Redero Díez

Salamanca

Hotel Melibea

El edifico cuenta con 4 plantas, 1 bajo rasante y 3 sobre la misma.

Conserva la traza del Colegio de la Orden Militar de Santiago, habiendo sufrido un vaciado interior completo, sustituyéndose por una construcción con técnicas modernas que conserva únicamente algunos muros y huecos originales, así como algunos elementos decorativos en torno a los propios huecos.

El inmueble se reforma pues íntegramente en el año 1984, pasando su uso a vivienda colectiva y distribuyéndose en tres grandes viviendas independientes que reproducen la volumetría del colegio original, dejando la parte trasera para tres patios ajardinados y añadiendo un pequeño cuerpo para uso de aparcamiento.

 

HISTORIA

Estas viviendas ocupan la parte sur de la edificación, trabadas entre sí en las distintas plantas, con jardines traseros y garajes independientes.

Cuentan con accesos independientes y distribuciones ajenas entre sí, compartiendo la estructura y cubierta.

Constructivamente, cabe señalar que la construcción es tradicional, a base de estructura de hormigón armado y acero, cerramientos y tabiquerías de fábrica, carpinterías de madera y acabados de cierta calidad.

El edificio está catalogado dentro del PGOU con protección ambiental A, ficha nº61 Aa-016, estando permitida la restauración estructural, debiéndose mantener las fachadas, cubiertas y elementos originales.

INTERVENCIÓN

La singularidad del conjunto edificado hace idóneo el edificio para la implantación del uso hotelero previsto, además de su inmejorable ubicación en relación con la zona monumental de la ciudad.

La protección del inmueble a través de su catalogación, lejos de ser considerado un hándicap, se aprovechará, explorando las vías para potenciar los valores espaciales y formales.

Del edificio original, pese a su catalogación absurda, poco queda; apenas unos recercados de los huecos de acceso, elementos decorativos aislados y la traza del antiguo colegio, eso sí, en fachada a calle Balmes, puesto que la recayente a patio interior, nada tiene que ver con una tipología constructiva del S.XV y sí más con la construcción de planta libre actual. De los huecos en fachada, pocos corresponden con la imagen vernácula de la edificación original, siendo la construcción de los cerramientos totalmente nueva, al igual que el interior.

 

El proyecto de intervención parte de estas premisas, un edificio que conserva apenas en su traza y menos en su fachada la vaga historia de lo que fue.

Se conservará íntegramente el volumen, respetando pues el grado de protección impuesto, las fachadas y las cubiertas. Sin embargo, la intervención, lejos de quedarse en una mera redistribución de espacios interiores, se desborda en el patio interior a través de la incorporación del patio al edificio, no como un elemento auxiliar y secundario, sino como motor de la intervención.

Al estar protegidas las fachadas, tampoco se actuará sobre las mismas, limitándose a ampliar el patio inglés existente a nivel de sótano a lo largo de prácticamente toda la fachada al jardín, de forma ataluzada para mejorar la relación con la cota cero, dotando al sótano de una calidad de la que adolecía y ubicando en dicho espacio, usos que permitan un máximo aprovechamiento de la luz y la relación interior-exterior. El patio, ahora en dos niveles, adquiere el carácter de segunda puerta de entrada, de atrio, desde el que se accede tanto a las zonas comunes en planta baja como en sótano.

 

Se proyecta la completa renovación interior de los espacios, con una estética pretendidamente neutra y de líneas rectas. El acceso se producirá por la fachada principal, aprovechando su magnífica presencia sobre la plaza y vistas sobre el barrio de San Vicente. La zona de acceso se rebaja ligeramente para hacer accesible el edificio, arrancando desde este punto el núcleo principal de comunicaciones que da servicio a todas las plantas y, a través de una rampa, a la zona de recepción y salón principal, a su vez, con acceso directo al jardín. El resto de la planta está ocupado por habitaciones.

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